sábado, 2 de julio de 2011

El poeta perdido

            El buen hombre sentose en la fina arena, tomó una piedra puntuda y comenzó a escribir sus penurias a la orilla del mar. Mientras escribía ibase perdiendo en la tristeza de sus palabas y en la riqueza descriptiva de sus recursos literarios. Un desahogo general invadíale el alma cuando las lágrimas que resbalaban por sus mejillas poníanle fin a incesantes capítulos de penas.
Entonces, pasada la noche, asomose una ola lastimera rumiando en voz baja en busca de compañía. El buen hombre entendiolo; dejó de lado su herramienta de ocasión y adentrose al agua a hacerle compañía. Ambos encontraron en el otro un lugar de reposo; y el mar, perceptivo y vivarás, rebasose sobre la arena borrando las líneas allí escritas. Perdiose un texto, perdiose un poeta.