viernes, 6 de noviembre de 2009

De nuevo, una ves más.

Y llegó el día que nadie, pero todos al mismo tiempo esperaban. Jebús resurgió como el ave Fénix y fue a parar donde el Papa. Éste, incrédulo, le pidió garantías y así fue como le entregaron al nuevamente renacido una roca, la cual convirtió en pan. Asombrado, maravillado y feliz, el Papa comunicó esta noticia y mandó a llamar a todo todavía creyente a reunirse.
Innumerable cantidad de adeptos se apostaron bajo el balcón desde el cual el Papa vociferaba la gran novedad. Al salir al palco el personaje de las múltiples vidas, un murmullo resonó en el ambiente. Realizó nuevamente el truco del pan-piedra y todos satisfechos se aprestaron a oírlo. Parado de manera muy recta y en actitud de seguridad dijo:
-Estimados seguidores: luego de analizar su mundo me alegra informarles que hay vacantes en el cielo. ¡Hay lugar para todos, muchachos!
Dicho esto, se tiró cual clavadista olímpico a la pileta y pasó a mejor vida por tercera ves. Las consecuencias de sus palabras fueron inmediatas y catastróficas. Se desvaneció la Fe cristiana, se debió subastar el Vaticano y, gracias a eso, se pudo combatir la pobreza mundial.

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