jueves, 29 de octubre de 2009

... este cielo llora

¡Que lindo ver una estrella! Desde lejos poder distinguir su esbelta figura, sus largos brazos y sus perfectos ángulos. Tomarse un tiempo y detenerse a mirarla, observarla y analizarla en una tranquila noche. Contamplarla por un telescopio y acercarla un poco, un poco más, un poco más. ¡NO, una de sus puntas está doblada! ¡Que horror! ¡Que feo! ¡Que verguenza! Haber malgastado tiempo en una estrella defectuosa como esa.
En ese momento, y por más que la estrella resalte por ser de color verde, se apaga al no poder adaptarse ante los ojos de aquella persona que la ve.

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